En la crisis económica de 1982, el gobierno mexicano se encontró ante un grave problema, pues para hacer frebte a los requerimientos del modelo económico existente había recurrido al endeudamiento externo, a recibir dinero prestado con interés de bancos y organismos internacionales y por falta de recursos propios, estaba imposibilitado para atenderlos.
Este lapso implicó para la sociedad mexicana una pérdida en las condiciones de bienestar que aún no se han recuperado, tanto así que se le llama la "década perdida". Actualmente la deuda externa representa una considerable transferencia de recursos, pues es el 30% del presupuesto el que se manda a la deuda externa.
Organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo han controlado la economía con sus préstamos a cambio presionan a los gobiernos que se aplique una política económica neoliberal.
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